domingo, 24 de abril de 2011

Oracion

Mateo 6, 5-15
Reina Valera (1909)

5 Y cuando oras, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres: de cierto os digo, que ya tienen su pago. 6 Mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora á tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público.
7 Y orando, no seáis prolijos, como los Gentiles; que piensan que por su parlería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes á ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
9 Vosotros pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 Danos hoy nuestro pan cotidiano.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos á nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal: porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.14 Porque si perdonareis á los hombres sus ofensas, os perdonará también á vosotros vuestro Padre celestial. 15 Mas si no perdonareis á los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
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Orar al Señor es como hablar con el, es agradecerle el que sea nuestro Señor, el amor y la compasión que tiene con nosotros, y contarle nuestras nuevas.
No solo se ora al señor para pedir, sino también para agradecerle todo el bien que nos hace, porque gracias a el vivimos y respiramos.
Es muy claro que la oración no debe estar compuesta de palabras repetitivas, puesto que esto disgusta al señor y se lleva al traste la verdadera razón de la oración, como medio de dialogo y comunicación con Dios, nuestro padre y creador; al repetir y repetir una y mil veces la misma frase no decimos nada, funcionamos como loros que hablan sin saber ni entender lo que dicen, así no funciona la oración.
La oración es un dialogo con el Señor, puro y limpio, sin mediaciones rituales raras, debe  provenir de lo profundo de nuestro corazón, impregnado de nuestro pensamientos y sentimientos y lleno de un profundo respeto para con quien estamos hablando, pues es a Dios a quien dirigimos nuestras palabras.
Y en el caso que no sepamos que decir, nuestro salvador,  nuestro mesías, nos deja una bella oración para que la usemos, claro esta no para que la repitamos como autómatas, sino para que al decirla reflexionemos y entendamos cada palabra que pronunciamos, y coloquemos nuestro corazón en cada frase, siendo esta la manera de entonarla realmente, convencidos de las verdades que ella menciona y puestas nuestras esperanzas y fe en el hecho de que el Señor nos escuchara y no dejara sin respuesta nuestras suplicas.

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